Parece obvio, pero lo hacemos muy pocas veces.
La mayoría de las ocasiones en las que necesitamos ayuda, nos callamos y cargamos con un exceso de tareas. Sin embargo esta actitud solo sirve para generar resentimiento contra las personas que creemos que deben ayudarnos y no lo hacen, además de causarnos un exceso de fatiga, robarnos tiempo para nosotras mismas, etc.
CONSEJO ASÍ DE FÁCIL: Tan sencillo como pedir ayuda todas y cada una de las veces que lo necesites. Sin perder la sonrisa ni ponerte de mal humor ni hacerte la víctima, pero con la firmeza que te da saber que tienes derecho a esa ayuda. No tienes que “mendigarla”, tienes que pedirla. Por ejemplo, si no sale de tus hijos poner y quitar la mesa, pídeselo, todos los días si hace falta. Persevera y verás que antes o después, acabarán haciéndolo por sí mismos.